EL POEMARIO DESCENDIMIENTO DE LA POETA EXTREMEÑA, ADA SALAS, ESTÁ PRESENTE EN EL MES DEL LIBRO
El alumnado de 1º de Bachillerato celebra el Mes del Libro leyendo a Ada Salas y conociendo la obra El Descendimiento de la Cruz del pintor Rogier van der Weyden
Breve comentario crítico de la obra de Ada Salas, Descendimiento
El poemario Descendimiento, de la escritora extremeña, Ada Salas, constituye todo un ejercicio de catarsis, con el fin de superar una dolorosa crisis personal.
La poesía, en este caso, se
convierte en el Hilo de Ariadna, que actúa, a modo de intertexto, para
lograr vencer el desgarro sentido tras una ruptura sentimental. Para ello,
parte de una obra extraordinaria, El descendimiento de la cruz, del pintor
flamenco Rogier Van der Weyden, del siglo XV. En este caso, el dolor
experimentado por todas las personas que acompañan a Jesús en el momento
trágico de su muerte, y, su posterior descendimiento de la cruz, actúan como
puntos de partida para iniciarnos en un descendimiento ascensional de
reminiscencias místicas, que incitan al lector a reflexionar sobre experiencias
trágicas vividas, equiparables al desgarro que supone la muerte de un ser
querido. La sintaxis quebrada, utilizada a lo largo del libro, está en consonancia
con el tono de angustia de la obra.
Realmente, la escritura de Descendimiento es un ejercicio metapoético extraordinario, que nos permite trascender la realidad y acceder a la autenticidad y pureza del mundo verdadero, El Mito de la caverna, de Platón; candidez dibujada en la edad dorada del hombre, la infancia. La poesía, como cualquier obra de arte, posee esta característica: resarcirnos de los males de este mundo; es el gozne que nos permite refugiarnos en la belleza del mundo anhelado al que la Humanidad aspira, y nos ayuda a vencer los obstáculos que la vida nos depara.
La magnitud de la traición, extrapolable a muchas situaciones de la vida: desengaño amoroso, la muerte como emboscada, el paso del tiempo, entre otros temas tratados a lo largo del libro, se explicita en el primer poema del libro, “No”, metamorfoseado en una bestia que corroe, dibujada de diferentes formas: tarántula, escorpión, serpiente venenosa, a la que increpa el yo lírico en actitud de defensa: “…Ya se acabó el banquete
ya es más que suficiente.
Pero también se halla humanizada en el poema “MIRAS”, en el que se manifiesta la necesidad de aceptar serenamente lo que el futuro nos depara por duro que sea; acceder al centro iniciático; comenzar de nuevo:
“… Es. Con lo que es
no puede hacerse nada. No podemos hacer. Así pues no te empeñes en nada
que no sea morir serenamente. Luego ada es una rima ada es
un final. Cambia tu nombre vuelve
hasta el principio
vuelve
a lo sin mancha”.
El yo lírico ha interactuado con
las figuras del cuadro como si se tratara de una pieza más del puzzle, en un
juego de perspectivas increíble, que le ha permitido liberarse del dolor como
le ocurriera a Jesucristo tras su descendimiento para ser enterrado:
“…Por ejemplo
este cuadro pues esto es un cuadro
debo
repetírmelo. Tocarlo es lo que quiero entrar en él
ahogarme en esas lágrimas
dejarme desmayar
de mi propio descenso
un sueño
tan pesado. Ser yo
ese cadáver”.
De la misma forma que hiciera el pintor, Rogier Van der Weyden; el yo lírico también ha creado belleza del sufrimiento, como se manifiesta en el poema PODRÍA. En este caso, ¿sería posible que el sufrimiento sucumbiera ante la belleza creada?
“… Entonces si ilusión es la belleza
también es ilusión
el sufrimiento. Una tela brillante
de rojos de verdes y de azules.
Lo que más me obsesiona
es tanta soledad.”
En conclusión, apuntadas estas breves notas, el poemario es una obra magistral y un acto de amor sincero. La interrelación de las diferentes artes, literatura, música y pintura han contribuido a remarcar aún más la dimensión artística y humana que posee la obra.
Montserrat Álvarez Benavente
No hay comentarios:
Publicar un comentario